Horas
- bruceitorment
- 8 may 2019
- 1 Min. de lectura

Estoy a 3, 8 y 9 horas de la gente que quiero.
A veces voy a la cama con el susto de que esta nueva vida me impida calcular esa distancia mirando el reloj. Invierto 45 minutos/trayecto a mi trabajo, y aunque me falten canciones para rellenar los espacios, me sobran historias para completar los huecos de quienes veo. Me gusta imaginarme que tienen vidas interesantes, que van de camino a casa, o que alguien se arregló un poco más, porque tiene una noche especial.
Veo a mis amigos y familia en esa gente, me los encuentro en el metro, en la calle, y me siento menos solo. Si tuviese que definir San Francisco con una palabra, seria Libertad, la gente aquí es lo que le apetece ser. Me sigue sorprendiendo como que se pasa de un extremo a otro casi en un pestañeo. Me sigo mareando con sus cuestas, y quejando de sus altos precios.
Lo que poca gente te cuenta de vivir aquí, es el constante olor a hierba, la cantidad de gente sin hogar, o el cuidado que se de debe tener al andar tarde en la calle. Está siendo un reto la adaptación, pero estoy aprendiendo mucho de esto, sobre todo de mí.
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