¡HAY QUE ABRIRLO!
- bruceitorment
- 28 jul 2017
- 3 Min. de lectura
ABRIR
verbo transitivo
1.Hacer que el interior de un espacio o lugar tenga comunicación directa con el exterior quitando o separando lo que lo impide o realizando una abertura, paso o conducto.

Esos de la foto somos mamá y yo, hace 4 años. De cuando los dos fingíamos sordera temporal, burlándonos del mundo cuando oíamos eso de “No eres apta para trasplante”.
Sobre los puntos y finales de un informe médico no es lo que quiero escribir. Pero si de ella. De sus ganas de vivir, de algo que nos dijo hace tiempo, y que cada día le encuentro más sentido.
Pocas veces recuerdo que se quedase hasta tarde ayudándome con las tareas, o haciendo algo que fuese mi responsabilidad. Esa no era ella. La recuerdo más bien discutiendo con quien me llamó tonto en tercer grado, o apareciendo de sorpresa en mis cumpleaños con una tarta en la escuela. Esa sí era ella.
Y también era ella quien decia que había puesto la bebida en la mesa, pero si queríamos tomar, había que abrirla. A mi hermana y a mí, nos hacía gracia el asunto. Años enteros caricaturizando ese episodio perezoso de mi madre.
Cansarse chirriaba en su diccionario, cada noche doblaba su equipaje de héroe para las diálisis, y tres veces por semana estaba religiosamente de pie a las 3 am para llegar puntual a su cita. Por eso nos resultaba gracioso lo de “abrirlo”, ¿Era pereza lo de mi madre? No lo creo. En fin, éramos jóvenes e igual sufríamos histeria prepuberal.
De la única vez que se montó en un avión y se permitió ser joven hay unas fotos amarillentas que rescatamos de casa de mis abuelos. Tampoco fue de discotecas, o de salir con sus amigas a tomar algo. Sin embargo, hablaba con propiedad de que el mundo era de quienes se atrevían a salir a conquistarlo, y de que el tiempo de Dios era perfecto.
Jeffrey Kluger decía que El 95% de los padres tienen "un hijo preferido”. No creo que sea totalmente cierto. Sé que nos quería a los tres por igual, pero no todo el tiempo con la misma intensidad. Quizás yo, que fui bastante más bicho que mis hermanas, podía ver como se refugiaba en ellas, cada vez que intentaba tirar la toalla conmigo. Por eso nos parecíamos tanto: Teníamos las mismas maniobras de escapismo y de refugiarnos.
Este año ha caducado el vale de muchos cumpleaños juntos que la vida tenía preparado para nosotros. Ya no más cumpleaños sorpresas en el colegio, llamadas a media noche, o cuentas regresivas en mi muro de Facebook.
Repaso su vida, analizo la mía, y hay un Tetris ganador. Hay quien se muere por pasar una oposición y tener un cargo permanente. Yo no soy de esos, no puedo estar en la misma ciudad muchos años, prefiero la adrenalina, el ser constantemente extranjero, el tatuarme el mundo.
Ayer se cumplían 3 semanas de que ella no está, y el boomerang de sus palabras vuelve nuevamente. En medio de un paseo del trabajo, estaba sentado en uno de los pocos tranvías a vapor que quedan en Inglaterra y aparece un hombre mayor, cargando encima una mochila puma, cámara réflex y su sonrisa ligera. Me duplica en edad y en ganas de vivir, eso estoy seguro.

Así es como me gusta imaginarme: llegando a ese punto, con mi cámara en mano y con la convicción impermeable de no dejarme vencer. Las agendas y cronogramas, me saben a trabajo, y hay quien recomienda no llevarse el trabajo a casa.
Estas líneas quizás son un acuso de recibo a sus palabras. He entendido el mensaje, (no podía ser tan rápido yo para pillarlo todo mamá)
Igual y el mundo está allí fuera (o aquí dentro según lo quiera yo ver), y va a ser jodidamente divertido, triste, salvaje y tranquilo, el mundo va a ocurrirme todo a la vez. Es de esa forma, porque así tiene que ser.
Debo trabajar en mí, lo que me impide ver el exterior, restar problemas y lanzar más boomerangs, algunos igual no vuelvan jamás. Quizás, la bebida al igual que la vida, lleva rato servida en la mesa y solo hay que abrirla.
Por si tenéis curiosidad, aquí os dejo más fotos del paseo.
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